Hoy la vida nos confronta con un tipo de duelo, dolor y pérdida vivido con gran drama ante la manera que nos es arrebatada la vida del ser querido. Cuando un ser querido muere, el poder darle un último adiós significa todo para el familiar y para el enfermo. Pero hoy la vida nos presenta una de las experiencias más duras a vivir. Este tipo de pérdidas, se vive como un gran drama en el sistema familiar, la manera tan abrupta en que nos es arrebatada la presencia de nuestro ser querido, sin volver a verlo y de un día para otro solo recibir la noticia de su fallecimiento, estas pérdidas son de las más devastadoras y difíciles a transitar.
Este tipo de duelo emocionalmente al ser vivido con tanto drama y dolor, nuestra biología se ve afectada a tal grado que si no se atiende la persona en duelo, se puede quedar instalado un bioshock y después volverse un duelo patológico. Un bioshock es un conflicto que la persona ha vivido con una gran carga de estrés, en un momento inesperado, dramático, sin solución y sin expresión. En este tipo de duelos es imprescindible que las personas pidan apoyo de acompañamiento emocional, por sí solas será muy difícil que logren salir, ya que pueden quedar grandes secuelas de trauma, depresión y volverse un duelo patológico. Este duelo patológico es un duelo que no se procesó, nunca se aceptó y la persona se quedó en resistencia y más tarde este duelo se verá somatizado en la biología del doliente.
Todos los familiares implicados en el duelo, deben de hacer una buena red de contención entre ellos, también hacer desde su lugar de manera individual un cierre de despedida al familiar. Deberán tener paciencia, compasión y tratarse de manera amorosa consigo mismos, el proceso a transitar este dolor llevará su tiempo de comprensión para poco a poco trascender el duelo.
La muerte no es el final, es una continuidad de la vida…
Gracias por leerme.
Claudia Silva